El gesto o la palabra como respuesta

Acciones aún simples como un saludo,un beso,una respuesta apresurada,un consejo o un leve gesto de desgano o indiferencia,en fin una serie de determinaciones,incluso inocentes provocaciones,son maneras con las que solemos comunicarnos o manifestar nuestras relaciones en la vida,y ¡cuántas reacciones ocacionan!.

Y es que nuestras acciones invariablemente van a ocacionar,reacciones en los demás.A veces es difícil evitar darlos abruptamente,sin aquilatar el peso de las mismas.Muchas veces son acciones u reacciones tan inmediatas,automáticas que no pasan por el control de calidad ejercido por la razón con su instrumento que es la meditación.

Generalmente ante situaciones banales no solemos meditar mucho,aparte que no estamos para funcionar así por lo tardo que nos veríamos en este mundo dominado por la prisa.

Por otro lado en la acera opuesta a estas nuestras acciones están los efectos que provocan en los demás,que a su vez provocan gestos o palabras favorables o desfavorables,son las respuestas que recibimos a la causa que hemos generado.

Por ejemplo una indiferencia como causa,provoca como efecto tal vez un distanciamiento o una comunicación con palabras frías; pero que tal si la indiferencia fuera una inocentada o errada acción,acaso la respuesta con palabras frías o con un distanciamiento no sería desmedida?, cuál es la mejor táctica para afrontar el dilema?.

Lo mejor es dar una respuesta con cautela y no nos apresuremos a dar respuestas con acciones similares que puedan ahondar un sisma que tal vez no estaba en los planes de quien lo provocó.

La prudencia por delante y con la discreción en la frente,busquemos la frase que concilie o reconforte y no caigamos en el primer instante en desavenencias y equívocos.

Al igual que el cuerpo adiestrado para el deporte,también hay que adiestrar a la mente para la mesura y equilibrio en las respuestas.

Fuente:
Escritos de José Juventud: "Grandes errores de la Vida"